Viernes 08 de abril

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13

Oía los rumores de la gente: «¡Terror por todas partes! ¡Denúncienlo! ¡Sí, lo denunciaremos!». Hasta mis amigos más íntimos acechaban mi caída: «Tal vez se lo pueda seducir; prevaleceremos sobre él y nos tomaremos nuestra venganza».

Pero el Señor está conmigo como un guerrero temible: por eso mis perseguidores tropezarán y no podrán prevalecer; se avergonzarán de su fracaso, será una confusión eterna, inolvidable.

Señor de los ejércitos, que examinas al justo, que ves las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza sobre ellos!, porque a ti he encomendado mi causa.

¡Canten al Señor, alaben al Señor, porque él libró la vida del indigente del poder de los malhechores!

Palabra de Dios…

Salmo responsorial: Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7

R/. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;

Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

Dios mío, peña mía, refugio mío,

escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.

Invoco al Señor de mi alabanza

y quedo libre de mis enemigos. R/.

Me cercaban olas mortales,

torrentes destructores me aterraban,

me envolvían las redes del abismo,

me alcanzaban los lazos de la muerte. R/.

En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios:

desde su templo él escuchó mi voz,

y mi grito llegó a sus oídos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 31-42

En aquel tiempo los judíos tomaron piedras para apedrearlo. Entonces, Jesús dijo: «Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?».

Los judíos le respondieron: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios».

Jesús les respondió: «¿No está escrito en la Ley: “Yo dije: Ustedes son dioses?”

Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿Cómo dicen: “Tú blasfemas”, a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: “Yo soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre».

Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos.

Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí.

Muchos fueron a verlo, y la gente decía: «Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad».

Y en ese lugar muchos creyeron en él.

Palabra del Señor…

Reflexión

Tal vez en nuestra vida también conocemos lo que es la crisis sufrida por Jeremías, porque no hemos tenido éxito en lo que emprendemos, porque sufrimos por la situación de nuestro pueblo, porque nos cuesta luchar contra el desaliento y el mal. Tal vez más de uno de nosotros está viviendo una etapa dramática en su vida y puede exclamar con el salmo: «me cercaban olas mortales, torrentes destructores».

Ojalá no perdamos la confianza en Dios y digamos con sinceridad: «en el peligro invoqué al Señor y me escuchó… yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, mi roca, mi libertador… desde su templo él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos». Como tuvo confianza Jeremías. Como la tuvo Jesús, que experimentó lo que es sufrir, pero se apoyó en Dios su Padre: «mi alma está triste hasta la muerte… no se haga mi voluntad sino la tuya… a tus manos encomiendo mi espíritu».

Es lo que meditaremos en los próximos días. Y lo que Jesús quiere comunicarnos, a fin de que seamos fieles como él en nuestro camino, y participemos en su dolor y en su triunfo, en su cruz y en su resurrección. O sea, en su Pascua.

José Aldazabal

“El Señor está conmigo como un héroe poderoso”: es la significativa y solemne declaración del Profeta que nos remite a las palabras que Dios mismo dirigió a Jeremías en el inicio de su vocación: “Yo estoy contigo para salvarte”. y es la misma seguridad o confianza de Jesús ante los rechazos y persecuciones de sus adversarios durante su vida y, especialmente, en los últimos días de su vida mortal, como nos lo da a entender el evangelista Juan. Y es y debe ser la misma actitud de la Iglesia y de cada uno de nosotros los cristianos, ante los tropiezos y dificultades de toda índole que se presentan en el transcurso de nuestra vida.

Tengamos, pues, la seguridad de que el Padre nos escucha siempre que lo invocamos en el peligro y la borrasca. Jesús fue el primero de los justos y fue perseguido a muerte a pesar de que pasó haciendo el bien a todos. Mientras Él hablaba de amor, el odio crecía en torno suyo.   Pidámosle al Señor que no permita que el orgullo oscurezca nuestra mente y cierre nuestro corazón a la verdad que procede del Padre y, por las obras de Jesucristo, su Siervo muy amado, lo reconozcamos como a nuestro único Padre y a Jesús como su imagen, nuestro salvador y Hermano mayor.

JGC