¡Aleluya! El Señor resucitó

Con alegría celebramos la Pascua de Jesucristo, este acontecimiento nos llena de esperanza, por eso compartimos el siguiente mensaje para resaltar la importancia que tiene la Resurrección de Jesús en nuestra vida.

En la resurrección descubrimos que Jesús es nuestro único Salvador. El único que nos puede llevar a la liberación y a la vida. “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4, 12).

En la resurrección de Cristo hemos visto que nuestra vida tiene sentido. Hay un mensaje, hay un estilo de vivir, hay una manera de morir, hay Alguien que nos puede llevar hasta la vida eterna: Jesucristo. “A éste lo ha exaltado Dios con su derecha como Salvador” (Hch 5, 31).

La resurrección nos ha demostrado que la muerte de Jesús no ha sido una muerte cualquiera. Su muerte ha sido el paso a la vida de Dios. La resurrección nos ha enseñado que Jesús no era un hombre cualquiera. Dios, realmente es su Padre. Un Padre del que Jesús recibe toda su vida. Por eso, Jesús no ha quedado abandonado en la muerte.

A partir de la resurrección, los cristianos creemos en Jesús, el Hijo de Dios vivo, lleno de fuerza y creatividad, que vive ahora junto al Padre, intercediendo por la humanidad e impulsando la vida hacia su último destino (Hb 7, 25; Rm 8, 34).

Jesús, vive en su comunidad

Si Jesús ha resucitado no es para vivir lejos del mundo. El Resucitado está presente en medio de los suyos. “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).

Los cristianos creemos que Cristo vive en medio de nosotros. No estamos huérfanos. Cuando nos reunimos dos o tres en su nombre, allí está Él (Mt 18, 20). La Iglesia no es una organización solitaria, una comunidad que camina sola por la historia. Es el “cuerpo de Cristo” resucitado. Es Cristo resucitado el que anima, vivifica y llena con su espíritu y su fuerza a la comunidad creyente (Ef 4, 10-12).

Jesús resucitado no es un personaje del pasado. Para los cristianos, Cristo es Alguien vivo que camina hoy junto a nosotros en la raíz misma de la vida (Jn 14, 13-14). Creemos que Jesús no es un difunto. El actúa en nuestra vida, nos llama y nos acompaña (Lc 24, 13-35).

 “Dios que resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros por su fuerza” (1 Co 6, 14). En Cristo resucitado se inicia nuestra propia resurrección porque en Él se nos abre definitivamente la posibilidad de alcanzar la vida eterna.

Recomendamos a todos los padres de familia tener en cuenta el tiempo presente para hablar de este tema a sus HIJOS y también a todos sus amigos, de modo que se conviertan ustedes en anunciadores de la Resurrección del Señor.

JMO